2011-06-11 08:46:31https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=119

Caná es una localidad hecha famosa gracias al Evangelio de Juan y a su brillante narración del primer milagro obrado por Jesús durante una fiesta de matrimonio.



He aquí el texto:
“Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga».

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (Jn 2,1-11).

¿Cuál  Caná?

Los estudiosos no están de acuerdo en decir donde está la Caná de Galilea del milagro. Algunos piensan que sea Khirbet Cana, un tel [localidad] no muy lejos de Kafar Manda, a los pies de las colinas que bajan al lado norte del valle de Netofa. Hace algunos años hicieron excavaciones con buenos resultados. Otros en cambio son favorables a Kafar Kana, cerca de Nazaret.

La historia, a causa de las indicaciones de Flavio Josefo, los pocos repartos arqueológicos y la topografía parecen privilegiar a Khirbet Cana. Sin embargo, hoy es un tel abandonado, difícil de encontrar y conocido casi solamente por los expertos. En cambio los peregrinos llenan las iglesias principales de Kafar Kana: la iglesia católica de los franciscanos y la griego-ortodoxa.

Cuando se llega a Caná desde Nazaret, dejando el parqueo y tomando la calle más importante se encuentra la pequeña iglesia de san Bartolomé, construida como recuerdo del simpático primer diálogo entre Jesús y Natanael, un ciudadano de Caná (Jn 21,2). Es siempre Juan a describírnoslo, después de habernos presentado el encuentro con Andrés, Juan, Pedro y Felipe:

«Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera». Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: «Porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía» (Jn 1, 45-50).

Los dos santuarios

A poca distancia de la pequeña iglesia de san Bartolomé (los críticos identifican Natanael con Bartolomé) se encuentra el santuario católico del milagro.

Los franciscanos llegaron en Caná en 1641, en 1879 lograron comprar los restos de un probable edificio sagrado antiguo y en 1881 construyeron la iglesia actual. En 1969 las excavaciones hechas por la custodia de la Tierra Santa trajeron a la luz los restos de un edificio romano, un muro, un patio adoquinado con enormes piedras y algunos mosaicos sobrepuestos, que como época parecen ser del IV siglo d.C.

Con ocasión del año santo del 2000 la iglesia ha sido reestructurada y hecha más acogedora en la parte interna. Ha sido enriquecida también con un recorrido para visitar las excavaciones.

La parada en Caná, para los esposos que vienen en peregrinaje en la Tierra de Jesús, es enfatizada por las conmovedoras celebraciones con la renovación de las promesas matrimoniales.

A poca distancia del santuario católico está el de la iglesia griego-ortodoxa, que también fue restaurada en estos años y se ha vuelto un lugar de intensa espiritualidad gracias a la agradable disposición arquitectónica y a la presencia de iconos inspirados.

Alvaro Rossi

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