2012-05-31 11:50:15https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=487

Cada año en nuestras parroquias de Foligno y Spello realizamos con los niños y adolecentes una actividad educativa que llamamos oratorio: «siguiendo las huella de…» un personaje de la Biblia o un santo. Esta vez seguiremos las “pequeñas” huellas de Nennolina.

Su verdadero nombre es Antonietta Meo, nació en Roma el 15 de diciembre 1930 y se marchó hacia el cielo el 3 de julio 1937 después de una enfermedad en sus huesos (una año y medio de los siete que vivió), pero sobre todo después de mucho sufrimiento que inició cuando le amputaron la pierna izquierda (25 de abril 1936). Esta niña ahora es Sierva de Dios, lo que significa que está en la “sala de espera” antes de ser santa (mejor dicho: para que la Iglesia reconozca oficialmente que ya es una santa).

Las huellas más bellas que nos ha dejado son las cartitas que escribía a Jesús, a Dios Padre, al Espíritu Santo y a la Virgen María. La primera es del 15 de septiembre 1936 y la última del 2 de junio 1937. Al principio su mamá le dictaba el contenido, pero luego aprendió y las escribía sola. Esas cartitas son el reflejo del corazón de una niña que tiene una enfermedad muy grave, pero que encuentra en la fe y confianza en Jesús una fuerza extraordinaria. Si alguien dudara sobre la afirmación del Evangelio cuando dice que si uno no se vuelve como un niño no entra en el Reino, leyendo esas cartitas podrá comprender por qué Jesús lo decía. Los niños tienen un carril preferencial que los mete en “sintonía” con el Señor. Todos los niños.

Nennolina era una novedad en los años 1950, luego nuestra época tan orgullosa por el “progreso” la hizo a un lado, tal vez porque era muy feo o imprudente contar a los niños a cerca de una pobre criatura enferma y sobre todo que murió a temprana edad. Bueno, nostros lo haremos, bien convencidos que las huellas de Nennolina son muy interesantes y bellas como para seguirlas.

Después de esta larga introducción eh aquí una historia particular.

Hemos descubierto por casualidad (mejor dicho providencialmente) que la mujer que trabajó como sirvienta con la familia Meo, la niñera (diríamos hoy) de Nennolina, vive en Colfiorito (a pocos kilómetros de Foligno), se llama Caterina ¡y es aun muy vivaz a sus 96 años bien cumplidos! Con Oswaldo fuimos a visitarla.

Che linda persona. Sobre la chimenea de su casa tiene la foto de Nennolina y en su recámara una foto de ella joven junto a la niña. La anciana ahora está muy convencida que «Antonietta Meo debe ser venerada desde los altares». Recuerda con nostalgia la época cuando trabajó para la familia Meo diciendo que nunca se sintió solo una sirvienta, sino como parte de la familia. De Nennolina recuerda que era una niñita normal y alegre, pero sobre todo su gran fe. Varias veces nos repitió la frase que Antonietta le decía cuando quería que le contase una historia o que jugase con ella a pesar que la pobre Caterina estaba muy ocupada con los quehaceres: «Sí, has una florecilla», «por qué, y a qué sirve una florecilla?», «¡las florecillas son el dinero para comprar el Paraiso!». [Una Florecilla podemos traducirla como “un acto de amor evangélico” y que tuvo en San Francisco de Asís a uno de sus más eficaces paladines. En el contexto italiano se usa frecuentemente la frase “fare un fioretto” para indicar una pequeña obra de caridad, pero al mismo tiempo importante].

Además recuerda emocionada que Nennolina le decía a su mamá que no debía llorar durante su funeral y a las objeciones de la mamá la niña respondía: «Verás mamita que no llorarás, yo rezaré por ti». Por último la anciana nos dijo para hacernos comprender el cariño que Antonietta le tenía: «Pediré a Jesús que tu no te cases, así vivremos juntos, yo trabajaré y tu cocinarás».

Regrasamos muy contentos de este encuentro tan especial y mucho más porque Caterina nos prometió ir a visitarnos durante la actividad educativa para los niños: «¡por Antonietta Meo esto y mucho más!» nos dijo cuando se lo pedimos.

Siamo stati contentissimi di questo incontro così speciale e ancor di più della promessa di Caterina di venire a trovare i nostri bambini all’oratorio: «per Antonietta Meo farei qualsiasi cosa!» ci ha detto quando glielo abbiamo chiesto.

 

Gabriele Faraghini


 

 

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