2012-09-11 10:14:21https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=569

Los hermanos de nuestra Fraternidad nos han hecho un gran regalo en estos días enviándonos en el peregrinaje diocesano hacia el santuario de Nuestra Señora de Loudes en Francia.

Ha sido para nosotros un don el hecho de encontrar en ese lugar al Señor por medio de María y con el ejemplo de vida de Santa Bernardette. Con estos sentimientos de gratitud, Jonathan y yo, hemos regresado a casa.

El viaje en pullman desde Italia central hasta Lourdes es bastante largo, pero si así no fuese, ¿qué peregrinación sería? Guiados por el obispo de Foligno, Mons. Gualtiero Sigismondi, hemos podido rezar junto a la gruta de Massabielle (el lugar de las apariciones) y participado a las diferentes actividades litúrgicas.

Los días que vivimos en el pueblecito situado entre los montes Pirineos han sido caracterizados por la variedad y la serenidad del clima y de los encuentros junto a los 220 peregrinos de la diócesis, especilamente por la oración comunitaria (misa, procesión eucarística, procesión nocturna, canto de vísperas, rosario…), todo vivido con auténtica participación.

La Virgen ha ocupado obviamente el centro de nuestras jornadas, contemplada como una figura che posee verdaderamente “autoridad”, no porque sea poderosa, sino gracias a su humildad, a su capacidad de comprender las “cosas” del Espíritu de Dio concibiéndolas en el silencio, por su sensibilidad, pero también por su equilibrio y su transparencia. María, entonces, como mujer que no va a la búsqueda del humano consentimiento, sino al contrario sigue la via del corazón simple. El Obispo, de hecho, ha enfatizado en varias ocasiones, como sea necesario purificar nuestros corazones para que sean puros: la sencillez es la condición necesaria para encontrar a Dios, nos decía.

María es también ejemplo de obediencia en nuestra cotidianidad, Ella que ya en las bodas de Caná nos esnseña a hacer todo aquello que El dirá; no es una obediencia presumida, para ser admirados, no una obediencia abstracta y tampoco triste; el sí, el fiat de María fue en cambio acompañado por el canto jubiloso del Magnificat.

Concluyendo, Mons. Sigismondi recordaba que María es ejemplo para todos nosotros en acoger la invitación fundamental de “No temer”.

En estos días nos ha sorprendido mucho ver a las decenas de millares de peregrinos y turistas que paseaban visitando las iglesias y las capillas del santuario, pero sobre todo conservamos aun en los pulmones el oxígeno de la fe y de la confianza en Dios que hemos respirado, así como el perfume de la caridad que hemos observado en la atención y disponibilidad de centenares de voluntarios que ayudan a transportar a las personas inválidas y enfermas, sin olvidar la comunión fraterna que se creó entre quienes formábamos el grupo de la diócesis.

A María hemos encomendado las intenciones de nuestras fraternidades, de nuestras familias y amigos.

Giovanni Marco

 

 

 

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