credenti 1“Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes, judíos e idólatras, a mirarme como su hermano, un hermano universal. Comienzan a llamar a mi casa la fraternidad. Esto me resulta muy dulce”. Estas palabras del padre Carlos de Foucauld escritas en 1902, pocos meses después de su instalación en Beni Abbés (desierto del Sahara), seguramente causaban problemas, pues la doctrina oficial de la Iglesia estaba bien fundada sobre el antiguo axioma: “Extra Ecclesiam nulla salus” (fuera de la Iglesia no hay salvación).

Quienes pudieron observar o seguir el encuentro de oración desde los jardines vaticanos, al atardecer de la solemnidad de Pentecostés, organizado por el Papa Francisco para invocar el don de la paz en Tierra Santa, ha seguramente intuido aquella “cosa nueva que está germinando” según la profecía de Isaías. El evento, una novedad absoluta en la historia, ha regalado algunas sorpresas que no podemos disminuir. En primer lugar la presencia del Patriarca de Costantinopla, Bartolomé I. El Papa, saludando a sus invitados, los presidentes de Israel y Palestina, dijo: “Con mi hermano Bartolomeos les damos la bienvenida”. Francisco el sucesor de Pedro y Bartolomé el de Andrés. Estamos convencidos que será necesario un buen tiempo para que la Iglesia de Roma y la Iglesia Ortodoxa alcancen la plena comunión, pero a lo largo de 50 ó 60 años mucho se ha avanzado.

Otra de las novedades ha sido pasar de un estar “juntos para orar”, según la definición que Juan Pablo II dio al primer encuentro con los líderes de las religiones mundiales en Asís (1986), a un “orar juntos” para rogar al único Dios, el solo todopoderoso, por el don de la paz. Creemos que muchos (¿solo en Europa?) hablarán y escribirán sobre este tema y harán diferentes interpretaciones como normalmente sucede. Pero en este momento nos parece que lo más importante sea subrayar el carácter profético del encuentro. credenti 3A la raiz está la convicción de todos que las armas han fracasado y que no queda más que invocar la ayuda divina. Es necesario armarse de valor, lo dijo repetidas veces Francisco, “es más fácil dedicarse a la guerra que trabajar por la paz”. Y solo pocas horas antes había dicho: “una Iglesia que no es capaz de sorprender es una Iglesia enferma ¡y necesita ir al hospital para la reanimación!”. Pues bien, quedamos sorprendidos y emocionados viendo cuanto estaba sucediendo.

Volviendo a Charles de Foucauld (Hermano Carlos de Jesús), recordemos que fue el primero que partió no para convertir a los demás sino para testimoniar su fe, para gridar el Evangelio con su vida; alcanzó a los Tuaregs no para enseñarles el francés sino para aprender el idioma de ellos y su cultura; permaneció quince años en el desierto ayudando a las tribus sobre todo con su vida de oración. “Siguiendo sus pasos –dice Claude Rault, obispo del Sahara– la Iglesia en Argelia tiene la vocación de ser una pequeña comunidad de oradores en medio de un pueblo de adoradores”. Nosotros ahora contamos con el ejemplo de los santos y sobre todo con la doctrina del Concilio Vaticano II que, en la Declaración sobre la relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, Nostra Aetate, dice: “La Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas religione hay de verdadero y santo”, y dedica un espacio particular al ebraismo y luego al islamismo.

Antonio Olmi sostiene la tesis que reconstruir la historia de la Iglesia significa sobre todo hablar de sus divisiones. Pero ahora esperemos que nuestra época se convierta en el tiempo del diálogo, de la reconciliación, de la unidad y de la fraternidad. Estaremos dando un paso más cuando la Iglesia, parafraseando al Beato Carlos de Foucauld, podrá afirmar de si misma: “Quiero habituar a todas las personas que tienen fe, judíos, musulmanes, budistas, induistas (digamos también Mayas), creyentes y no creyentes a considerarme como una hermana, su propia casa, una fraternidad, porque esta es mi vocación”. No es el Evangelio que cambia, sino es el Espíritu Santo que nos lo hace comprender siempre mejor.

fratel Oswaldo jc

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Pope Francis Meets Israeli President Shimon Peres, Palestinian President Mahmoud Abbas And Patriarch Bartholomaios I To Pray For Peace