Ingresso nel sito archeologico di SiloUna de las intuiciones del padre Charles de Foucuald (Hermano Carlos de Jesús) que han influido mayormente en mi camino de formación, y ojalá en mi vida espiritual, es la convicción que todos los discípulos, cristianos de ayer y de hoy, tenemos la posibilidad no solo de conocer mejor a “Jesús de Nazareth”, sino incluso podemos vivir “como Jesús vivía en Nazareth”.

El Vizconde Charles de Foucauld (1858-1916), había perdido la fe mientras pasaba de la niñez a la adolescencia, vivía “sin nada creer y nada rechazar”; pero cuando tenía 28 años, después de varios acontecimientos de su vida ordinaria, encontró personalmente a Cristo en el sacramento de la reconciliación y desde ese día su vida cambió totalmente. Conociendo su itinerario espiritual podemos afirmar que desde ese entonces murió Charles de Foucauld transformándose, por la gracia, en el Hermano Charles de Jésus. Los trienta años que le quedaron por vivir los dedicó completamente a buscar el lugar en dónde y cómo poder vivir “solo para Jesús”.

Su director espiritual le aconsejó realizar una peregrinación en Tierra Santa y el Hermano quedó encantado, diríamos seducido cuando visitó Nazareth, el lugar que vio jugar y crecer al Niño Jesús, el hijo de María y de José el carpintero. A pesar de haber optado por la vida monástica (vivió siete años como monje trapense en un monasterio de Siria muy pobre y aislado), no encontró lo que buscaba, decía que su vocación era la “vida de Nazareth”. Antes de hacer su profesión perpetua, que lo habría vinculado para siempre como monje, recibió la aprobación de sus superiores para vivir como ermitaño en Nazareth. ¡Su sueño se estaba finalmente realizando!

Nazareth 3En Nazareth Carlos de Jesús vive como un solitario, pasa horas y horas en silencio y oración en la gruta de la Anunciación, donde según el evangelio de San Lucas el Ángel visitó a María; también ante Jesús sacramentado y en su propia casita de madera. Es en este periodo que Charles se pregunta: “¿Qué hacía Jesús cuando vivía aquí?”. Nuestro Ermitaño, como todos los cristianos –yo mismo así lo aprendí–, había oido hablar de “los años oscuros de Nazareth”, o de la “vida escondida en Nazareth”, casi que por mucho tiempo Jesús no hubiese hecho nada durante todo el tiempo antes de su encuentro con Juan el Bautista en el río Jordán para luego iniciar su ministerio de predicación hasta llegar a Jerusalén para terminar trágicamente su misión.

Charles, “leyendo y re-leyendo” los evangelios, y sobre todo contemplando los callejones de Nazareth y sus habitantes del momento llega a descubrir algo tan lógico: Jesús vivía como vivía su propia gente, con sus alegrías y sus penas, con sus problemas y sus esperanzas, con la diferencia que él “crecía en edad, sabiduría y gracia” y era “obediente al Padre, a José y a María”, es decir: era obediente a las leyes divinas y a las leyes humanas; Jesús santificaba a sus familiares, a sus amigos y a cuantos se acercaban a él… Deducción lógica: si Jesús vivió como nostros, significa que nosotros también podemos vivir como él. ¡Lotería!

Meditando sobre el misterio de la Visitación, el saludo de María que hace saltar de júbilo a Juan en el vientre de Isabel, Carlos de Jesús completa su intuición: el cristiano es aquel que lleva a Jesús, lo dona a los demás y es capaz de infundir gozo y paz, es capaz incluso de santificar a las personas que encuentra; dirá que el discípulo auténtico de Jesús es aquel que puede “gritar el evangelio con su propia vida” y no necesariamente con el anuncio o con la predicación. Eh aquí un aspecto central del mensaje espiritual de Charles de Foucuald para los cristianos del tercer milenio: la “vida de Nazareth” es posible no solo en la Tierra Santa, sino en cualquier rincón del mundo; no significa cambiar vocación o estado de vida, sino vivir más intensamente la propia vocación. Tu “Nazareth” puede ser tu familia o tu comunidad, tu universidad o tu parroquia, tu hospital o tu bus escolar, en tu taller o en tu tienda. Estás llamado solo a amar a Dios y amar a los hombres; ser fiel a Dios y ser fiel a tus deberes cotidianos. Y allí seguir creciendo.

Oswaldo Curuchich jc

 

Nazareth 2