Esdrelon 1Viajar a Jerusalén en este periodo, desde un punto de vista racional, significa solo correr un gran riesgo o también hacer una locura, y si además el vuelo estaba programado para el 24 de julio, es decir al día siguiente de la suspención de los vuelos de todas las lineas americanas y europeas, se podría decir que era lo más lógico y que la voluntad de Dios era tan clara… pero a pesar de todo salimos de Roma, y el viaje fue como si todo fuese normal. Personalmente me sentía seguro pensando en una frase famosa del padre Carlos de Foucauld: «Debo ir allá a dónde nadie iría».

En Nazareth, donde viven nuestros hermanos Marco y Paolo, la vida cotidiana continúa, así como en los demás lugares, pues la violencia, de lo que ya no se puede llamar sólo un “operativo” sino una verdadera guerra, se concentran en la franja de Gaza. Pero el eco y las consecuencias llegan a todas partes. En primer lugar brilla la ausencia de los peregrinos y por eso en los santuarios y lugares santos hay un gran silencio, y por consecuencia los daños a la economía general son enormes (hoteles, transporte, comercio de todo tipo que constituyen la mayor fuente de ingresos para las familias). Esdrelon3El silencio se hace pesado y se respira una atmósfera de preocupación, también por las noticias dramáticas que llegan desde Iraq a propósito de la violenta persecución contra los cristianos de la iglesia Caldea (o de Babilonia, una de las comunidades más antiguas que desde siempre había convivido bien con los musulmanes); pero la persecución no es solamente contra los cristianos, pues ayer mismo los medios de comunicación nos hacían ver las imágenes de la mesquita del profeta Jonás (un templo islámico del siglo VIII en la ciudad de Mosul) mientras era destruida completamente de parte de los rebeldes fanáticos…

No puedo decir que aquí en Nazaret reine el miedo o el terror, más bien la preocupación y confusión en las opiniones de los amigos de nuestra fraternidad. Abundan noticias y rumores contradictorios que hacen comprender sólo lo complejo que está todo. Uno se siente realmente impotente hacia esas “fuerzas superiores” que se han desencadenado sembrando odio, destrucción y muerte. Hoy por la mañana yendo a visitar el famoso “Monte del Precipicio” en las cercanías de Nazaret y desde donde es posible admirar el hermoso Valle de Esdrelón (Yizre‘el = Dios siembra), nuestro hermano Paolo ha leído acerca de la historia de este lugar. La guía bíblico y turística de la italiana Pia Compagnoni nos informa que las primeras poblaciones del valle existían ya hace seis mil años más o menos. Aquí pasaba la famosa “Via del Mare” que conectaba el Oriente con Egipto y el mar Mediterraneo y era, entonces, el paso obligatorio entre oriente y occidente. Esta particular posición geográfica –dice Pia Compagnoni– ha hecho del valle de Esdrelon como un natural campo de batalla, sea para la gente del lugar que para las guerras entre grandes imperios. Los Egipcios, Hyksos, los Asiros y Babiloneses, los Griegos, los Romanos, los Árabes, los Cruzados, todos combatieron en este escenario. Y concluye con estas palabras tremendas: «Creo que en ningún otro rincón del mndo ha sido derramada tanta sangre humana como en la llanura de Esdrelón».

Deteniéndome por largos momentos frente a la gruta de la Anunciación me viene natural la necesidad de guardar silencio, un silencio de adoración, aunque sin dejar de alzar la vista hacia el cielo y pensar en el movimiento descendiente de Dios hacia los hombres para abrazar la carne humana. Y aquí se comprende mucho más que el hombre, cuando es dejado a sí mismo, es capaz de tocar el fondo del misterio del mal. Allí cerca de la gruta han puesto la imagen de “María de Nazareth” que parece nos pida seguir viviendo los acontecimientos “guardándolos y meditándolos en nuestro corazón».

Oswaldo Curuchich jc

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