Ecumenismo 1Después de haber participado a un encuentro ecuménico por la paz aquí en Tierra Santa, además de compartir una experiencia extraordinaria quisiera responder a algunas preguntas a propósito de este tema que no siempre hemos comprendido y que en algunas ocasiones ha sido presentado en forma incorrecta. Tampoco han faltado los abusos hacia los términos “Ecumenismo”, “diálogo ecuménico”, “diálogo interreligioso”, etc.


El Ecumenismo es la tendencia o movimiento que inició en la primera mitad del siglo pasado (la Iglesia católica da sus primeros pasos sobre todo a partir del Concilio Vaticano II) que busca la restauración de la unidad de los cristianos, es decir, la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas históricas, separadas desde los grandes sismos del pasado. Si bien el término griego “oikoumené” se utilizó desde los tiempos del Imperio Romano para expresar al mundo como unidad, en la acutaulidad la palabra “ecumenismo” tine un significado eminentemente religioso, y es usada primordialmente para aludir a los movimientos existentes en el seno del cristianismo cuyo propósito consiste en la unificación de las diferentes denominaciones cristianas separadas por cuetiones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica. En cambio, la búsqeda de cooperación entre diferentes religiones (tanto entre las religiones abrahámicas –judaísmo, cristianismo e islam– como con otras que no creen en Cristo) se llama diálogo interreligioso. La Unidad es el fin, el diálogo y la colaboración son los medios.

En su versión deformada el Ecumenismo ha sido presentado (de parte de algunos círculos conservadores) como la confusión doctrinal o como “relativismo dogmático”; y no ha faltado la denuncia de proselitismo, en palabras pobres: “nos queren convertir al protestantismo” o viceversa: “intentan hacernos aceptar al Papa y a María”. ¡Eso no solo es falso, es también pecado! Cuentan que cuando falleció el Cardenal Secretario de Estado, Domenico Tardini (1961), mientras se estaba celebrando el Vaticano II, uno de los cardenales sentenció: “Dichoso Tardini, por lo menos él murió siendo católico”. Una frase que nos hace comprender la dificultad de haceptar algo nuevo cuando hemos sido fieles a la santa Tradición.

Ecumenismo 3Pero el Ecumenismo tiene varios niveles y se realiza en campos diferentes: teológico, litúrgico, vida religiosa, etc. y en algunos contextos como vida cotidiana, o iniciativas por eventos extraordinarios. El encuentro de oración al que participé podríamos colocarlo en el campo de un evento extraordinario que convence a las personas acerca de la importancia y la necesidad de unirse –sin renunciar a sus diferencias y convicciones– para expresar un deseo profundo: la urgencia de la paz entre israelíes y palestinos en modo particular. Volviendo a la doctrina de Juan XXIII, se busca lo que nos une y no lo que nos divide.

Bien, ¿cómo se realizó el encuentro? La bienvenida y presentación de los representantes de parte de los organizadores, una comunidad ecuménica de fundación francesa, Chemin Neuf; un momento de silencio; el tema centrado sobre la figura de una paloma, símbolo de la paz y del Espíritu Santo; seguía un intercambio del saludo de paz (si no hay paz entre los cristianos…) y la melodía “El cóndor pasa” mientras cada uno pedía en su propio corazón por la paz; luego varios cantos, cada comunidad cantaba su propia alabanza favorita y los demás participaban o simplemente escuchaban en silencio; pocas intervenciones y como conclusión un agradecimiento a Dios por habernos reunido en su nombre. Algunos continuarán a decirme que es como ciencia ficción o que no tiene nada que ver con nuestros contextos sociales, que aun no estamos preparados… Mi idea “obstinada” es que no estamos preparados porque no nos enseñan a empezar y nos es más fácil seguir haciendo “como siempre se ha hecho”. Es urgente que empecemos a convencernos que la diversidad es un don y no principalmente un obstáculo.

Esta y muchas, pequeñas e insignificantes manifestaciones, se realizan en varios rincones del mundo, pero lamentablemente en la franja de Gaza las cosas siguen de mal en peor. Es todo irracional y nadie tiene la buena voluntad de decir “basta”. Parece que Hamás ha decidido morir junto a todo su pueblo antes que rendirse ante Israel, y éste sigue atacando sin piedad… Y nosotros, como expectadores impotentes, no podemos más que “estar al pié de la cruz”, sin maldecir ni juzgar a nadie. Viene a nuestra memoria la antigua profecía citada por el evangelista Mateo cuando narra la furia de Herodes contra los Santos Inocentes: “En Ramá se oyeron gritos, grandes sollozos y lamentos: es Raquel que llora a sus hijos; éstos ya no están, y no quiere que la consuelen” (Mt 2,18).

Oswaldo Curuchich jc

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