SAM_6931Después de haber transcurrido una semana en la ciudad santa de Jerusalén he llegado nuevamente a la conclusión que sea, humanamente hablando, imposible comprender el misterio que encierra esa pequeña ciudad entre sus antiguas murallas. Los inicios de su historia se pierden en el tiempo y su interés es única y exclusivamente de carácter religioso.



Los autores que han aceptado el difícil desafío de escribir acerca de Jerusalén han encontrado siempre un obstáculo: ¿cómo explicar la importancia única en el mundo de una ciudad que no ofrece al visitador una belleza o fascinación como lo hacen París, Hong Kong, Dubai y muchas más? Pero no obstante su aparente «carencia de belleza», no existe otro lugar tan controvertido y tan importante para mantener el equilibrio, siempre frágil, entre dos mundos: Oriente y Occidente. La imagen que podría ayudarnos a comprender un poquito es la «caja de resonancia» de un instrumento musical, es decir la concentración en un punto específico de tanta tensión entre las potencias del mundo.

SAM_6960El significado etimológico mayormente aceptado de Jerusalén es «ciudad de la paz», pero durante los casi cinco mil años de historia que conocemos allí nunca ha habido paz, y hoy aun menos. La ciudad santa ha sido conquistada por varios imperios, destruida y reconstruida en deferentes ocasiones. Pero su importancia religiosa inicia con la construcción del primer templo dedicado al Dios de los israelitas por obra de David y Salomón para conservar el Arca de la Alianza. Desde ese entonces Jerusalén ha sido la ciudad de la «residencia de Dios», como canta el salmo 48: «El Señor es grande y digno de alabanza, en la ciudad de nuestro Dios. Su santa montaña, la altura más hermosa, es la alegría de toda la tierra. La montaña de Sión, la morada de Dios, es la ciudad del gran Rey».

El primer templo fue destruido por los Babiloneses en el signo VI antes de Cristo, la población fue deportada y desapareció para siempre el Arca de la Alianza. Nuevamente fue reconstruido por Herodes el Grande (aquel que recibió a los Magos y luego mandó matar a los Santos Inocentes). Jesús de Nazaret no tuvo una relación serena con el Templo de Jerusalén. Actualmente muchos expertos sostienen la tesis que el acto de la «purificación del Templo» haya sido una de las causas que más pesaron durante el proceso antes el sumo sacerdote Caifás y el procurador romano Poncio Pilatos. El Maestro de Galilea un día pronunció estas palabras enigmáticas cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos». Y luego añadió: «Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro di ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios» (Lucas 19, 41-44).

SAM_6985En el año 70 después de Cristo los Romanos destruyeron el segundo templo y nunca más ha sido reconstruido. En el siglo VI, con el adviento del Islam, el califa Omar conquistó Jerusalén y luego construyeron la primera mezquita exactamente sobre el lugar que había ocupado el Templo de Salomón. La «mezquita de Omar» aun hoy domina toda la ciudad santa (es la cúpula dorada que vemos en cualquier fotografía o postal) y los musulmanes consideran Jerusalén la tercera ciudad más importante del Islam después de La Meca y Medina. En 1948 la ONU aprobó la creación del actual Estado de Israel y a partir de esa fecha hasta nuestros días ha iniciado el tremendo y doloroso conflicto entre Palestinos e Israelíes.

A pesar de las diferentes calamidades históricas aquí presentadas en forma muy rápida, desde el siglo VI de nuestra era han siempre «convivido» las tres religiones que consideran a Abraham el propio «padre de la fe»: Judaísmo, Islamismo y Cristianismo. Actualmente es posible hablar de tres potencias (religiosas y financieras) que por necesidad viven sobre el mismo suelo con grandes dificultades y escasos motivos para comprenderse mutuamente. ¡Es el único lugar en donde literalmente conviven el amor hacia Dios y el odio hacia los hermanos! Para no complicarnos la vida sería mucho más fácil que cada uno tuviese su ciudad santa: Jerusalén par los judíos, Roma para los cristinos y La Meca para los musulmanes, así todos viviríamos felices. ¡Pero Dios no piensa como los hombres!

SAM_6937Dejando a un lado la historia y todo lo negativo, el peregrino que llega a Jerusalén no puede quedar indiferente ante tanta belleza espiritual. A Jerusalén se va para rezar y nada más. Cuando en los cinco momentos de la jornada, desde todas las mezquitas esparcidas dentro y fuera de las murallas, se alza la voz del muecín, para invitar a adorar a «Alá, el más grande», personalmente no puedo no alzar los ojos al cielo (posiblemente quien no conoce el Islam y a los musulmanes no estará de mi parte). Y la Iglesia, con sus diferentes expresiones, está allí presente como en Medio Oriente, en pequeñas, en algunos casos pequeñísimas presencias, como la nuestra en Nazaret, o las Hermanitas de Jesús en Belén y en la misma Jerusalén (VI estación de la Vía Dolorosa), amando y esperando silenciosamente la paz definitiva entre los hijos del mismo Dios-Padre.

Es algo que he constatado con cierta frecuencia: donde menos se ve a la Iglesia más se la siente.

Oswaldo Curuchich jc