Papa Francesco 1Cuando el padre Prior me preguntó, al último minuto, si quería yo acompañar a nuestro hermano Leonardo a Tivoli, cerca de Roma, como delegado suyo, para participar a la Asemblea general del CISM (Conferencia Italiana Superiores Mayores), no acepté con mucho entusiasmo conociendo bien lo que significa pasar una semana entera escuchando a varias personas exponer su propio tema para luego pasar a los debates… Pero si no hubiese aceptado la invitación posiblemente nunca hubiera podido encontrar al Papa Francisco…


Llegando a Tivoli lo primero que me llamó la atención fue el títuto general del evento: «La Misión de la Iglesia y la Vida consagrada. Una lectura de Evangelii Gaudium». Habiendo yo leído atentamente y con mucho provecho la Exhortación apostólica del Papa Francisco, me interesaba escuchar cómo los relatores habrían aplicado el contenido del documento al campo de la vida consagrada. «El Papa –dijo al inicio el P. Luigi Gaetani, presidente del CISM– reconoce que la vida consagrada está jugando un papel importante en este momento caracterizado por los “dolores del parto” que anuncian y preparan la verdadera reforma de la Iglesia». Los expertos que intervinieron –Gian Paolo Salvini, ex Director de la Civiltà Cattolica; Mons. Nuncio Galantino, Secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana; Luciano Manicardi, de la Comunidad de Bose y Mons. José Rodríguez Carballo, Secreatrio de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica– animaron la Asemblea formada por 150 superiores (o delegados) de las diferentes congregaciones religiosas de todo el territorio nacional. Digo “animaron” porque no faltaron las reacciones, y hasta provocacioes, además de las preguntas e ideas. Fueron auténticos y buenos debates.

Una de mis primeras conclusiones es que el Papa Francisco realmente está metiendo en dificultad (en crisis, en el mejor significado del término) a toda la Iglesia, más allá de la vocación particular de cada uno. Es como un “terremoto” que inició desde el momento que fue elegido el primer papa latinoamericano y que aun continúa a hacer “temblar” a muchos sectores de la Iglesia, incluyendo a los religiosos y a las religiosas. Muy probablemente el mayor desafío para todos es cómo pasar de la teoría a la realidad acerca de la invitación persistente de ser una «Iglesia en salida», de alcanzar las «periferías de la existencia humana», y sobre todo el «sueño de una Iglesia pobre para los pobres». Francesco 4Las dificultades desde el punto de vista práctico son muchos y concretos, y la sola buena voluntad de «destruir todo para luego reconstruirlo de nuevo» no es suficiente. Seguramente será necesario más tiempo para que cada sector de la Iglesia alcance el objetivo de formar parte de una «Iglesia más atractiva y creíble». Pero la buena noticia es que las cosas están cambiando. ¡Es posible pensar que cuantos viven dentro la Iglesia exclusivamente por intereses económicos o personales tengan sus días contados…para la conversión, obviamente! «La pastoral en clave de misión –dice el Papa– pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructura, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades» (EG, n. 33).

Volviendo a la Asemblea, además de la parte académica o formativa, la semana (3-7 de noviembre) se caracterizó por la alegría de encontrarnos unidos en nuestra diversidad, ¡y qué diversidad! Cada uno de los participantes representava a su propio orden o congregación religiosa, cada uno con un estilo de vida particular, con un modo, según las intuiciones del propio fundador, de vivir el Evangelio o de ejercer la caridad hacia los más necesitados. Los diferentes carismas, como aun se usa decir. Así durante la semanda compartimos los momentos de oración y de la celebración eucarística, las comidas y los momentos libres para conocernos mejor. A mitad de la semana fuimos todos en peregrinación hacia el monasterio de Subiaco, el lugar sagrado que conserva la memoria gloriosa de San Benito, padre de la vida monástica en Occidente y patrono de Europa. Nos estaba esperando el Abad Mauro que presidió a la concelebración y luego una visita de todo el monasterio que conserva huellas de las diferentes épocas del arte. La sola idea que los Benedictinos nunca han abandonado este lugar después de 1,500 años es algo que sorprende e inspira la oración de gratitud a Dios por tantas muestras de amor, pequeñas y grandes, que existen y se renuevan aun cuando no somos capaces de reconocerlas.

Pero lo más emocionante fue seguramente la peregrinación hacia la basílica de San Pedro y la audiencia privada que el Papa Francisco nos concedió en la Sala Clementina. No es fácil expresar los sentimientos que a uno lo invaden en los instantes que preceden el arribo del Papa en carne y hueso. Cuando finalmente la puerta se abre, todos se olvidan de la propia edad (¡casi todos los superiores son ya canosos!) y parte el aplausa y otras manifestaciones de alegría, exactamente como harían los niños. Seguramente para la mayor parte de nosotros era la primera vez que nos encontrábamos tan cerca de Francisco. Personalmente pensaba que nos habría “jalado las orejas”, y en cambio no. Nos agradeció, exhortó y animó a guardar celosamente «la linfa de la fraternidad», porque «es posible vivir como hermanos en la diversidad». Hablando acerca de nuestros deberes, el Papa dijo que la verdadera profecía coincide con la santidad. Incluso cuando hay dificultades o incomprensiones entre hermanos, añadió, es preferible utilizar “los puños” en lugar de alimentar «el terrorismo de las malas lenguas». Estábamos convencidos que después de la bendición el Papa nos hubiese dejado así, pero como ya se sabe, nadie podrá adivinar la siguiente movida de Francisco: nos saludó a cada uno, ¡y por eso yo también pude recibir la bendición personal del Papa Francisco!

Oswaldo Curuchich jc

Francesco 6