Los religiosos (sacerdotes y no) de la congregación Piccoli Fratelli di Jesus Caritas, siguiendo el ejemplo del Beato Carlos de Foucauld, nos consagramos al anuncio esplícito del Evangelio realizándolo especialmente en el seno de la Iglesia particular, es decir aceptando la misión o el servicio que el Obispo diocesano nos confía.
“Nazareth” para nostros es la Iglesia particular con todas sus riquezas y pobrezas: es la Iglesia que vive en plena comunión con su Obispo viviendo el desafío de anunciar el Evangelio a todas las personas; es la Iglesia que vive en las parroquias, en los hospitales, en los centros de espiritualidad manteniendo sus puertas abiertas; es la Iglesia que dona gratuitamente sin distinguir las pertenencias religiosas y mucho menos haciendo preferencias; es la Iglesia con sus diferentes dificultades y contradicciones; es la Iglesia que no siempre es pobre como lo debería ser; es la Iglesia con sus sacerdotes en crisis y solos… que a veces cometen sus errores; es la Iglesia que administra los sacramentos y celebra los funerales; es la Iglesia… ¡y nada más!
A veces las contradicciones que vemos en la Iglesia nos confunden, como sucede con todos, pero si reflexionamos bien, caemos en la cuenta que esta es la Iglesa de Jesucristo, la Iglesia de los Doce apóstoles que lo traicionaron y negaron apenas después de su “primera comunión”, la Iglesia de aquellos que se acercan solo porque han comido de los panes multiplicados, la Iglesia que pasa de cantar “Osanna” a gritar “crucifícale”.
Todo esto es lo que llamamos “Nazareth”: cada lugar en dónde consagramos nuestra existencia compartiendo la vida con todos aquellos que encontramos.
Si para un Hermanito de Jesús (la fraternidad que fundó el Padre Voillaume) el desafío significa demostrar que es posbible vivir una vida cristiana en un ambiente hostil al Evangelio, en pueblos que no son cristianos o en una fábrica; para un Hermanito de Jesus Caritas el desafío significa demostrar que en la Iglesia de los siete días de la semana, en la Iglesia de infantería de las parroquias, se puede vivir como cristianos. De hecho, a menudo la tentación es esa de huir de la Iglesia particular. Ante una Iglesia que parece cansada y pesada (sobre todo en nuestra Europa), muchos se alejan y esperan verla morir desde larga distancia… Nosotros tratamos de no escapar de este tipo de “Nazaret” y confiamos exclusivamente en la fidelidad del Señor a su Esposa la Iglesia.
Los Hermanitos de Jesus Caritas nos esforzamos de vivir sumergidos en esta “Nazaret” con nuestro ritmo de oración, de fraternidad y de servicio. Concretamente: vida común, oración y servicio, según el orden “escandaloso” de nuestra regla.
La vida fraterna, de hecho, ocupa el primer lugar. Parece un poco extraño, y alguien muy “observante” nos diría que es necesario poner a Dios en primer lugar (¡y tiene razón!). Pero a Jesús cuando le preguntaron cual era el primer mandamiento no dudó en colocar en un mismo nivel el amor hacia Dios y el amor hacia el prójimo. Además dejó dicho a sus discípulos que serían reconocidos por medio del amor mutuo. Si no hay amor entre nosotros, no podemos hablar de amar a Dios. Por eso en la comunidad ocupa el primer lugar, y es por eso que tratamos que sea la prima característica de nuestra “Nazareth”: donde hay hermanos que se respetan y se aprecian mutuamente allí inicia ya el anuncio del Evangelio de Jesucristo.
Programamos el tiempo para poder rezar juntos: la celebración eucarística, el oficio divino, la adoración del Santísimo ritman nuestra jornada; construimos el tiempo para poder dialogar, para la revisión de vida, para intercambiar las noticias, para estar juntos simple y gratuitamente. Cada cosa la tenemos en común… y no solo el dinero, sino tratamos de compartir nuestras amistades y el cariño de nuestros familiares: el título de “mamá” o “papá” es dado a los papás de cada hermano, etc.
Nuestra Regla de vida vigila sobre la Comunidad contra las tentaciones de “hiperactividad pastoral”. El artículo 20 nos pide “regular las actividades apostólicas para no afectar la vida fraterna”. En síntesis: ¡tratamos de comprender seriamente las palabras Comunidad y Fraternidad!
La vida de oración no es menos importante… aunque si es la segunda clasificada. ¡No queremos ciertamente insinuar algo por el estilo! Pues Jesús es el centro de nuestra vida… y nos agrada mucho repetir: “nuestro bienamado hermano y Señor Jesús”, como lo hacía el Padre de Foucauld.
Jesús es la razón, el amor de nuestra vida: la celebración eucarística cotidiana, el oficio y la lectio divina, la adoración eucarística, el retiro semanal… y otros encuentros unidos a momentos de gratuidad pasados con el Señor, dan ritmo y sentido a nuestras jornadas.
En fin, tenemos la vida de servicio. Transcribo casi integralmente el artículo 20 de nuestra Regla (omitiendo algunas citaciones del Hermano Carlos… en donde ven los puntos suspensivos entre paréntesis):
“En el servicio a la Iglesia el Hermanito no buscará lugares privilegiados; pedirá que sea siempre posible vivir el servicio pastoral que le será confiado según el método y estilo del Hermano Carlos de Jesús, que pide:
- gritar el Evangelio con la vida (…),
- hacer todo lo posible para llevar la salvación a los pobres y abandonados (…),
- no confiar excesivamente en los medios humanos sino defender la supremacía de la contemplación, de la caridad y del testimonio (…),
- regular las actividades apostólicas en modo de no comprometer la vida fraterna (…)
- dar un testimonio fruto de oración y de caridad que sepa superar todas las barreras políticas, religiosas, culturales y raciales (…)”.
Nuestro servicio es hecho como Fraternidad, aunque si algunos de los hermanos pueden tener responsabilidades particulares. Es propuesto por el obispo que acoge la Fraternidad y no es escogido por nosotros. Es servicio a la Iglesia local y en este sentido es la especificidad de nuestra comunidad dentro la Familia Espiritual de Carlos de Foucauld. Aunque si no para todos los hermanos, es también nuestro modo de sustentamiento, de trabajo…
Aquellos que no se encuentran empeñados en un servicio pastoral y a tiempo lleno, lo viven como trabajo y medio de sustentamiento, aunque si en la tradición de los Hermanitos y en nuestros deseos hay siempre al menos uno en cada fraternidad que hace un trabajo manual (todos hacemos trabajos manuales en casa o en parroquia… aquí entiendo un trabajo manual salariado). En nuestras fraternidades tratamos, por cuanto sea posible, de hacer nosotros los trabajos caseros: cocinar, limpiar, lavar; nos esforzamos también de hacer nosotros mismos los trabajos de manutención (hasta donde lleguen nuestras capacidades). ¡Es inconcebible que un hermano conozca mejor el lapicero o la computadora y no la escoba o un martillo!
Paz
Hermanos, es un gusto saludarlos. Mi nombre es Jorge Carrascosa, soy diácono en tránsito al sacerdocio, de la diócesis de San Juan de Cuyo en Argentina. Toda mi vida vocacional ha sido, y sigue siendo, una búsqueda, por momento más intensa, y en otros de desgaste, no tan intensa, del Dios de Jesús. Desde hace años que veo los hermanitos de Jesús como una respuesta, pero jamás he podido contactar con ellos. Bien porque me desanimaba, bien porque los veía lejos, o bien por considerarlo un “escape fácil”. Siguiendo su página, he descubierto esta gran alternativa de la Nazaret de Jesús dentro del ámbito de nuestra cotidianidad, fiel al espíritu del hermano Carlos. Me pregunto, ¿Cómo discernir si Dios está llamándome a una vida así? No digo al discernimiento de espíritus que tal vez tenga posibilidad de hacerlo desde aquí con mi acompañante espiritual, sino ese discernimiento “en carne propia” de la experiencia de esta vida. Me pregunto qué pasos pueden darse para que su comunidad esté presente en nuestra diócesis, o de qué modo alcanzar un conocimiento más cercano.
Tal vez llevar una vida sencilla según el evangelio no sea cosa que oponga muchas más resistencias que las propias. Pero la comunidad…eso es lo que teclea en falta. ¿Quién se suma? ¿Cómo iniciar una comunidad con este espíritu? No es deseo puesto en mi corazón generar nuevas comunidades con su “originalidad carismática”, sino vivir de nuevo la novedad siempre genética del Evangelio de Jesús. Apostar por esa necesidad de guardar la comunión por sobre el activismo, la oración y la contemplación por sobre el saber que hincha, el trabajo manual y el servicio por sobre la comodidad y la instalación.
Espero, no importa cuanto tiempo, su respuesta. Mientras, sigo intentando escuchar a Dios y caminar con él.
Abrazo grande!
Buenas noches hermanitos. Me llamo Carlos Alberto Posso, vivo en la ciudad de New York , trabajo como profesor de espanol, y me gustaria pasar con ustedes el verano del 2018. Estoy hambriento de vivir una experiencia de vida al estilo de Carlos de Focoult. Dejenme saber si seria posible, y cuales serian los requirementos. Estoy dispuesto a despojarme de mi por amor a Jesus. Dios y Maria Santisima se unan a este deseo y sea la Voluntad del Padre.
Mi correo es carlosposso33@gmail.com.
Abracenme con sus oraciones,
Carlos Alberto Posso.
Hola me llamp Eugenio. Pertenezco a la familia espiritual del hermno Carlos de Foucaul. Soy miembro de “Sodalidad Carlos de Foucauld”. Me gustaria conocernos cuando pase el Covid.19.Soy simpatizate de Francisco de Asis que al igual que el Beato Carlos de Foucaul vivieron una vida muy intensa espiritual y de vida siguiendo a Jesus de Nazaret.