2011-06-06 07:14:20https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=58

Nuestro peregrinaje empieza en el extremo norte de la Tierra del Santo [Tierra Santa].

Los objetivos principales de esta primera salida son: Tel Dan – Banias – Castillo de Nimrod.

También hoy, como hacemos normalmente cuando visitamos estas localidades, iniciamos nuestro recorrido desde Metulla, el Kibutz situado a la frontera con el Líbano donde existía una aduana que permitía el tránsito entre Israel y el país de los cedros. Llegamos hasta aquí arriba porque hay una cima muy alta desde donde podemos contemplar un pedacito del Líbano, el país que desde siempre he particularmente amado y soñado de conocer.



Desde el mirador se pueden ver la parte occidental de la sierra del Hermón (2814 mts. s.n.m), que es también la más bella, sobre todo cuando está cubierta de nieve, un valle ameno y muchos pueblos, todo en territorio libanés.

Bajamos de Metulla para ir hacia Quiriat Shemona, hoy es la ciudad del extremo Norte de Israel, que ha tomado el lugar de lo que fueron antiguamente primero Dan y luego Cesarea de Filipos.

En Quiriat Shemona giramos hacia la izquierda en dirección del altiplano del Golán, famoso por la guerra israelo – siriana y por el contencioso siempre abierto entre los dos países. Durante el recorrido pasamos cerca de un campo militar donde parquean varios carros de combate, superamos el río Senir, que baja desde el Líbano y después de pocos kilómetros irá a engordar el río Jordán, y llegamos frente al desvío hacia Tel Dan, uno de los famosos parques naturales y arqueológicos de Israel.

Tel Dan

Raramente los peregrinos, debido a la brevedad de tiempo, meten Tel Dan en su circuito, pero les aseguro que quien ha estado una vez no puede pasar sin detenerse una vez más para visitar este estupendo sitio arqueológico.

La palabra estupendo referida solamente a los sitios arqueológicos podría parecer exagerada. Pero si a ello se suma el cuadro ambiental, tal palabra termina por no dar suficientemente la idea.

En efecto, de la colina (tel) donde vinieron a la luz los restos de la antigua ciudad de Dan y su famoso templo, surge el segundo afluyente del Jordán, dando origen a una serie de manantiales, canales y lagunas esparzas en el bosque soberbio que ocupa el Tel.

Ha llegado el momento de entrar en el parque y de probar a describir cuanto hemos admirado. Las fotografías tomadas por Marco son más elocuentes todavía.

Dejando a nuestras espaldas el parqueo y las estructuras para la acogida tomamos el sendero panorámico y después de pocos pasos nos encontramos sobre un puente de madera suspendido sobre el río Dan que baja rumoroso y espumoso. El impacto nos da alegría: es desde mayo que suspiramos un poco de lluvia y encontrarnos delante de esta gracia no nos deja ciertamente indiferentes.

El sol, no obstante la cercanía del invierno, quema mucho pero llegan rápido las sombras amigas de un bosque maravilloso: ceibas, coníferas, mirtos, laureles, palo blanco, plátanos,… y mucha, mucha agua.

Dejamos el recorrido principal, una pasarela de madera que nos lleva dentro por un buen tramo, y desviamos a la izquierda donde el bosque se hace más tupido y el sendero se vuelve una especie de rudimental pavé [tipo de pavimento de piedra natural] con grandes agujeros negros llenos de agua cristalina que viene de los riachuelos que nacen a pocos metros de nosotros entre las piedras y las raíces de árboles seculares. Continuar se vuelve un juego de malabaristas para no caer en el agua o para no somatar la frente contra los troncos que abovedan el recorrido. ¡Un ángulo del paraíso!

He aquí una abertura en el corazón de una selva: un pequeño anfiteatro hecho con la piedra. Hoy lo ocupaba un grupo de hebreos estadounidenses que escuchan al experto que está de espaldas a un lago azulísimo. Tratando de no distraer los dejamos y luego nos detenemos a tomar un poco de aire y a contemplar toda esta belleza.

Ahora el sendero, hecho de terracería, se adentra en el corazón de la selva y nos lleva sobre la cima del Tel, frente al área sagrada y a los restos del altar de los sacrificios.

Los letreros expuestos por la Israel Nature and Parcks Autority facilitan la lectura del sitio traído a la luz en los años 1966-67. Aquí se levantaba uno de los lugares de culto deseado por Jeroboam cuando dio vida al reino secesionista de las diez tribus del Norte, bajo el nombre de Reino de Israel en oposición al Reino de Judá (1Re 12-28). El otro templo era Betel, en la frontera sur. La región que empujó Jeroboam a escoger estos dos lugares par el culto de Israel, e impedir así a sus súbditos la subida al templo de Jerusalén, fue la existencia de un precedente culto a Yahvé en Betel, pero también en Dan (Jueces 18, 27-31). Él puso un toro de oro como habían hecho los hebreos en el desierto (Ex 32). El profeta Amós se opondrá a este culto ya sea hablando en Betel (Am 7,10ss) que en Dan (Am 8,14). Dan fue destruida en el 733 por Tiglet-Pileser III (2Re 15,29) y la importancia de su rol pasará a Banias (Cesarea de Filipos).

Desde el área sagrada nos dirigimos hacia algunos restos de la ciudad donde se notan sobre todo la puerta monumental de entrada (siglos XIX-XVIII) y la base de un trono real que tal vez servia para administrar la justicia y a uno de los lados las murallas ciclópicas que defendían la ciudad.

La excursión ha terminado. En vez de regresar por el camino asfaltado, que pasa cerca de este sitio arqueológico, nos inmergimos nuevamente en el corazón del bosque que nos prepara nuevos ángulos preciosos. Regresamos así a nuestro auto y proseguimos para Banias.

Alvaro Rossi
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