2011-09-05 10:42:21https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=241Habíamos hecho una promesa: presentar también una zona de la Tierra del Santo habitualmente olvidada en los programas de peregrinaje. Sobre todo por cuestiones de tiempo. Los más tenaces tratan de hacernos entrar al menos en los puntos extremos: Safed y Acre.

Se trata de una zona muy bella por el paisaje que evoca el cercano Líbano. Pero también interesantísima porque es rica de comunidades cristianas, casi todas pequeñas pero saldas en la fe y en el amor. Ellas demuestran como se puede vivir en relación de buena vecindad, de amistad y de colaboración con musulmanes DOC, drusos y hebreos. Y cuando a veces esta convivencia parece rechinar a los mejores, especialmente a los jefes de las comunidades, se meten con tenacea a la obra para hacer regresar la normalidad.

Precisamente en estos días visitamos algunos lugares donde se encuentran estas comunidades. Partimos de Safed y recorrimos la estatal 89, la carretera más a norte de Israel.

Safed
Ubicada a 850 metros sobre el monte Kena’an es probablemente la ciudad que Jesús pone como ejemplo en Mt 5,14. En efecto, es bien visible desde muchas localidades de la Galilea. Cobró importancia después de la destrucción de Jerusalén en el 70 d. C., porque aquí se refugiaron algunos grupos de sacerdotes y de estudiosos de la biblia como los Tamma’im y los Amora’im, tanto como para ser considerada una de las cuatro ciudades santas para el Hebraísmo. Durante el período cruzado fue una fortaleza de los templares. Pasó a los musulmanes, durante el período otomano se refugiaron muchos hebreos provenientes desde la Turquía, de Egipto y del norte de África y se volvió centro de la cábala.

A inicios del ochocientos una gran epidemia desalojó la ciudad. Repoblándose lentamente, los árabes fueron la mayoría pero las dos comunidades tuvieron una buena convivencia, como demuestra una lápida sobre la planicie de la peña. Pero después de 1948 fue convertida en una ciudad hebrea con una grande presencia de religiosos.

La visita de la ciudad es interesante. Hemos recorrido las calles askenitas y sefarditas donde hemos asistimos a un mini concierto placentero y característico y donde entramos en una bella y antigua sinagoga donde ha sido fácil detenernos en meditación. Simpática y visitadísima la calle de los artistas.

 

Desde Safed nos dirigimos hacia Jish, la antigua Jíscala, patria de los antenados del apóstol Pablo. El pueblo está ubicado sobre una colina circundada de fruteros. La mayoría de los habitantes es cristiana maronita o melkita. La iglesia maronita está construida sobre las ruinas de una antigua sinagoga. El hallazgo de algunos objetos, hoy están en el Israel Museum de Jerusalén, confirman la presencia de una comunidad judeo-cristiana de los primeros siglos.

 

Biram
A poca distancia de Jish existía Biram, la aldea cristiano-maronita completamente destruida en la guerra de 1948 y en vano tratada de reconstruir por parte de sus legítimos propietarios. Las familias que se transfirieron a Jish aun hoy llevan a sus muertos en el antiguo cementerio reconstruido, única porción de tierra que se les permitió ocupar entre sus viejas propiedades. Cerca de los muros derrocados de Biram hay una área arqueológica bien organizada donde se levantan la fachada y la parte de las paredes de una bella sinagoga del IV siglo. Sobre la pequeña colina de frente surge la antigua iglesia de la aldea y detrás, en medio de los árboles que crecieron, las ruinas de aquello que debió ser un rico y grande poblado a juzgar de los restos que conservan todo su fascino.
Es posible visitar las ruinas porque alguien con tenacea conserva libres los callejones que pasan entre las antiguas casas. Para que la memoria de la tragedia de esta comunidad se perpetúe.

 

 

Otros pueblos
Regresando a nuestro itinerario nos adentramos ahora entre el verde de las habitaciones del Kibutz Bara’m.

Pasada Sasa encontramos Hurefsh, donde hay una comunidad melkita. Prosiguiendo entre una vegetación casi alpina, pasamos delante del desvío hacia Bukeia y Rameh, la antigua Rama de Jos 19,36. La tentación de tomar la carretera 864 es fuerte porque en Bukeia y a Rameh hay óptimas comunidades y en Rameh hay una estupenda figura de presbítero que, para ponerse al servicio de la iglesia de Jerusalén, dejó desde muy joven a su familia y a su tierra véneta y en el seminario patriarcal de Beit Jala, junto con las ciencias teológicas, aprendió la lengua y la cultura árabe. Don Hilario es el último de un grupo de sacerdotes italianos que en la historia del patriarcado latino han dejado un seño profundo de dedición pastoral y de amistad sincera y ecuménica.

El tiempo nos obliga a continuar hacia Maalot-Tarshikha, quisquillosa aldea de población mixta y con una pequeña comunidad cristiana. Poco más arriba está también la aldea cristiana de Fasuta.

Llegamos finalmente en la pequeña Mi’lya amontonada sobre una colina donde sobre la cima hay una iglesia parroquial. La bonita plaza, que está circundada por los restos del antiguo Castellum regis, está delimitado por columnas ornamentales. El conjunto da resalte a la fachada en piedra y al sugestivo portal de la iglesia construida al inicio del ochocientos. El aula litúrgico contiene la hermosa y característica iconostasio y el techo a velas que recuerda la arquitectura cruzada. Algunas liturgias de esta parroquia atraen a cristianos venidos desde varias partes de la Galilea.

Acre
El recorrido termina en Akko, la antigua san Juan de Acre, capital del reino cruzado y una de las más bellas ciudades de Israel.

El centro histórico está circundado por bastiones reconstruidos sobre el trazado cruzado, que ofrecen desemboques particulares hacia el mar, sobre las costas hasta Jaifa y sobre el monte Carmelo. A la ciudad vieja se puede llegar desde puertas y callejones, pero también recorriendo un túnel subterráneo construido por los templares y recientemente descubierto y agilizado. Merece ser preferido. El ingreso está delante del parqueo de los bastiones y la salida lleva al Khan el-Umdam, que nos da muy bien la idea de lo que eran los famosos albergues orientales de un tiempo. Prosiguiendo a la derecha se puede acercar hacia el pequeño puerto, mientras, tomando a la izquierda, se puede iniciar la visita a la ciudad. El primer encuentro es con el barrio veneciano (¡cada república marinera y las órdenes militares tenían el propio!). Está bien conservado y al interno se encuentra la Escuela de Tierra Santa, fundada por los franciscanos.

Luego viene el suk, el simpático mercado, por tanto siguiendo los estrechos callejones se puede alcanzar la ciudadela Burj el- Kaznà (castillo del tesoro). En los subterráneos recuperados está la ciudadela cruzada, que representa una de las atractivas preferidas por los visitadores de Acre. En fin, es posible visitar la gran mezquita, la segunda después de al-Aksa de Jerusalén. Construida sobre los espacios de la iglesia cruzada de san Juan merece una visita detallada, también porque se es bien acogido.

Hoy Acre está habitada por árabes (la ciudad vieja) y hebreos (la nueva). Hay una buena minoría cristiana de latinos, melkitas y maronitas. Es también la sede episcopal maronita de la Galilea.

Itinerario alternativo
Hemos presentado uno de lo itinerarios que ayudan a conocer la presencia cristiana en Galilea. Porque normalmente se piensa solo a la de Nazaret. Pero hay también un segundo itinerario, más tortuoso por los caminos que hay que seguir. Está entre Nazaret y el del norte que hemos descrito. Esos caminos tocan las parroquias melkitas de Tur’am, Eilabun, Maghar, Deir Kanna, Arrabeh, Wadi Sallameh, Sakhnin, Jedaideh, Ibillim, Shafa’amr y, finalmente, Jaifa, donde además de latinos están los melkitas y su sede episcopal de la Galilea.

En este itinerario se encuentran también Lavra Netofa, sobre Deir Kanna, se trata de un monasterio deseado por abuna (padre) Jacob, un holandés que por casi cuarenta años ha sido un faro de la fe y del diálogo interreligioso con hebreos y musulmanes. Luego de la muerte del fundador y de sus tenaces compañeros entraron las contemplativas de Belén, de la Asunción y de san Bruno. Por este motivo el monte es considerado uno de los posibles lugares de la transfiguración, que continúa a irradiar amor y esperanza.

Alvaro Rossi

 

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