2012-10-01 06:32:43https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=580

El próximo 11 de octubre, en el 50° aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, iniciará el «Año de la fe», y terminará el 24 de noviembre de 2013. «Será un momento de gracia y de compromiso per una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo» (Benedicto XVI).

En este contexto deseamos compartir acerca del congreso que a cada dos años realiza la municipalidad de Spello, lugar en donde vivió sus últimos años el hermano Carlo Carretto (1910-1988) y en dónde se encuetra su tumba. Carretto falleció el 4 de octubre, fiesta litúrgica de San Francisco de Asís. Dicha actividad está programado para los días 5 y 6 de los corrientes en colaboración con la Acción Católica Italiana, los Hermanitos que viven en esta zona de Italia central y otras instituciones.

El tema general titulado «Carlo Carretto: le gioie e le speranze dell’uomo di oggi» (los gozos y las esperanzas del hombre de hoy) nos da a entender la actualidad del mensaje espiritual de Carlo Carretto. Un mensaje que podemos conocer hoy sobre todo por medio de sus libros. Son varios los títulos quelo han hecho famoso en todo el mundo, entre los cuales podemos mencionar: «Cartas del desierto», «Más allá de las cosas», «He buscado y he encontrado», «E desierto en la ciudad», «Yo Francisco», «Padre, me pongo en tus manos» y muchos más.

En este espacio deseamos recordar en modo especial Dichosa tú que has creido. «Lo que ha decidido al hermano Carlo –se lee en la presentación– a escribir sobre María de Nazaret es la progresiva difusión del ateísmo moderno y la tentación a que está expuesta la fe de muchos cristianos de hoy. María se ha convertido en el pensamiento del Autor en la guía de la fe, especialmente cuando reina de veras la oscuridad».

El tema elegido para el próximo congreso en honor de Carlo Carretto es muy sugestivo porque enfatiza la sintonía de su mensaje con los grandes temas del Vaticano II, seguramente más actuales hoy que ayer. Pues, hablando de la fe, el hermano Carlos aconsejaba a sus lectores:

«Cuando haya muerto –y espero que sea pronto, pues he conocido al Señor y ardo en deseos de ver su rostro–, si venís a mi tumba y creéis posible la comunicación entre los miembros de. Reino, no me pidáis que ruegue por vosotros para que curéis de este o el otro mal. Pedidme sólo que ruegue por vuestra fe. Es el único don por el que vale la pena rezar» (Dichosa tú que has creído).

Estas palabras que Carretto escribió en 1980 hizo pensar (no a pocos) que él tenesse una visión pesimista de la Iglesia y de la vida en general. Hablaba también del sentimiento de gran inquietud, del miedo que en esos años se vivía. Por tal razón en otra ocasión escribía:

«No me extraña que la ciudad tenga miedo: es natural ante el propagarse de la delincuencia y la temeridad de los terroristas y de los atracadores. Lo que me da pena es el miedo de la Iglesia, porque es triste señal de nuestra falta de fe en el Cristo resucitado de entre los muertos, en el Cristo rey de la historia. Esta Iglesia posconciliar, esta nuestra Iglesia, corre el peligro de pasar a la historia como la Iglesia del miedo» (Padre, me pongo en tus manos).

 

Carlo Carretto no se equivocaba, estaba solo adelantado con el tiempo y veía la realidad con una mirada profética. Podríamos concluir que escribía más para nosotros que para sus contemporáneos. También nuestro mundo vive con sus inquietudes, con el miedo ante las amenazas, las crisis, pero lo más triste sería la crisis de fe, el pesimismo hacia el futuro.

«Decir “no creo en Dios” –escribe Carlo Carretto en He buscado y he encontrado– es como si un pez pensase “no existe el agua”, o como estar bajo el sol y negar que existe la luz»… El miedo se vence con la fe, el miedo se vence con el conocimiento y el amor hacia la Palabra de Dios, el miedo se vence con la oración. El miedo se vence haciendo que los miembros de la Iglesia descubran su propia dignidad. Por estos motivos el hermano Carlo Carreto escribe, habla, y sobre todo testimonia su convicción que realizando estos tres objetivos, la semilla lanzada de parte la Iglesia con el Concilio Vaticano II podrá producir los frutos anhelados.

Y nosotros podemos empezar a reflexionar sobre el estado de salud de nuestra fe. Si necesitamos una mano, seguramente el hermano Carlo no se negará…

 

C. Oswaldo Curuchich

 

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