2011-10-15 08:53:22https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=302

Santa Teresa de Jesús, más conocida como Santa Teresa de Ávila, forma parte de nuestra familia. Si, porque ella fue para el Padre de Foucauld una estrella polar en su camino de “sequela” (seguimiento) del «Bienamado hermano y Señor Jesús».

Charles conoció las obras de la Santa en 1888, gracias al regalo que le hizo su prima Caterine de Flavigny. A él le gustó en primer lugar la “Vida” y luego las “Fundaciones”.

Marguerite Castillon du Perron, una apasionada biógrafa del “Marabut del Hoggar” escribió algunas págianas estupendas en donde describe el impacto que le produjo ese encuentro. La citación de pocas lineas nos da ya una idea: «Teresa de Ávila ¿está viva o muerta? Pareciera que a Charles este detalle ya no interese. Dondequiera, en sus palabras como en sus notas, resulta la íntima relación che los une. En sus cartas y libretas aparecen frecuentemente citaciones o frases de ella. Apenas tiene un momento de tiempo libre vuelve a los escritos de Teresa, los medita y absorbe hasta el punto de encontrar, para expresar su amor hacia Cristo, fórmulas che suenan como frases a memoria».

Las páginas sobre la relación espiritual entre de Foucauld y la “Santa Madre” están en el capítulo “Un monje obediente” che trata el periodo trascurrido con los Trapenses.

¡No fue solo una “llamarada de tusas”! Conocemos el entusiasmo pasajero que puede producir un libro. Luego, ¿a caso no recordamos la convicción de fr. Charles a propósito de Jesús como el “Modelo único” de vida y la exhortación a no seguir a otros maestros?

Pero, de hecho, durante el periodo en Nazaret, él no solo siguió leyendo Santa Teresa, añadiendo a San Juan de la Cruz, sino incluso copió varias páginas para las Clarisas che lo habían acogido. He tenido recientemente el privilegio de ver esos cuadernos y de leer su pequeña, clara y elegante caligrafía.

Teresa lo ayuda y lo acompaña también en el desierto.

¿Existe una explicación plausible para comprender tal sintonía?

Si. Y pienso más que una. Por el carácter, principalmente. Se trata de dos personas que no se rinden nunca cuando han tomado una decisión.

Dos personas con un gran corazón.

Dos convertidos. Porque también Santa Teresa tuvo su “conversión” el día en que se detuvo a “mirar” en el jardín la imagen de Cristo en agonía y se enamoró de la humanidad del Hijo de Dios. Y es precisamente la Encarnación que hace convergir totalmente la teología espiritual de ambos, convirtiéndoles en dos almas gemelas.

Dos discípulos de Jesús de Nazaret y luego dos apóstoles, que nos donan historias tan diferentes y al mismo tiempo increíblemente semejantes.


Alvaro Rossi


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