2012-05-04 15:50:56https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=459

Hemos visitado recientemente dos lugares de la región Toscana que desde hace siglos guardan y transmiten una tradición admirable de vida religiosa. En primer lugar el Monasterio de Camáldoli. La fecha de su fundación se pierde en la historia, pero hace exactamente mil años (1012) llegó a dicho lugar Romualdo, hoy conocido como el verdadero fundador de los monjes y ermitaños camaldolenses.

Antes de Camáldoli normalmente los religiosos, o vivían en comunidades (monjes), o se retiraban en lugares apartados para vivir solos, en cuevas o casas muy sencillas (eremitas) para dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia. Este segundo estilo de vida trae sus raíces desde la experiencia del profeta Elías (1Reyes 19) y también de Juan el Bautista.

La novedad de la fundación de Camaldoli consistió en la unión de los dos estilos de vida en un solo lugar y bajo la dirección de un solo Abad. Por tal razón el símbolo de Camáldoli es una pareja de palomas que beben en un mismo cáliz. No obstante el pasar de los siglos, la obra de San Romualdo permanece de pie y mantiene las dos dimensiones ya mensionadas; es también uno de los centros culturales más importantes en Italia con fama mundial. Otra de las maravillas del lugar es el parque natural que circunda los edificios, una cantidad infinita de árboles majestosos, arroyos y una rica fauna hacen recordar la alabanza universal del salmo 148: «Montes y todas las colinas; árboles frutales y cedros; fieras y animales domésticos… Todos los fieles alaben al Señor».

Despué  de Camáldoli nuestro peregrinaje continuó hacia La Verna, el lugar en donde según la tradición, San Francisco de Asís recibió en su cuerpo las llagas de Cristo. San Francisco, enamorado de la pobreza de Cristo, se retiraba tres veces al año en lugares solitarios (como los ermitaños) para vivir íntimamente con su Señor Jesús. Eran períodos que para él correspondían a  tres cuaresmas. A partir del año 1213 el Santo de Asís se retiró varias veces en La Verna, pero fue en el 1224 cuando, según el testimonio de Fray Leon, compañero inseparable de Francisco, el Señor dio al Santo prueba de su predilección imprimendo en su cuerpo los signos de la Pasión: manos, pies y costado. Desde entonces los frailes Franciscanos nunca han abandonado este lugar.

La Verna y Camáldoli son dos lugares vivos que infonden en los peregrinos un deseo del Absoluto. Es difícil quedar indiferentes hacia tanta belleza natural y espiritual. Muchos podrán pensar fácilmente que la vida monástica ya no tiene sentido en pleno siglo XXI. Personalmente creo que sea al contrario: en algunos paíse nunca se ha tenido una verdadera tradición de vida monástica, además pienso que es ese estilo de vida que sigue siendo una provocación para todos contra la mentalidad del mundo que cada vez más se aleja de la dimensión espiritual. Es cierto que no podemos todos abandonar nuestras ocupaciones y retirarnos fuera del mundo, para eso se necesita tener una vocación auténtica, pero sí podemos anhelar una vida íntima con el Señor Jesús. Por otro lado el verdadero monje (del griego “monos” = solo, significa “ser uno solo con Dios”) e aquel que, en medio de los desafíos de la vida cotidiana, logra permanecer en unión con el “Bienamdo hermano y Señor Jesús” como decía el Padre Carlos de Foucauld.

 

C. Oswaldo Curuchich

 

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