6 nazaret (1)Mi estancia en Tierra Santa es favorecida por el hecho de contar, como congregación religiosa, con una fraternidad en Nazaret. Nuestros hermanos viven aquí, no solo porque es la ciudad que vio crecer a Jesús, sino también porque el padre Carlos de Foucauld vivió por tres años en este lugar (1897-1900). Pero qué significaba «Nazaret» para el Vizconde de Foucauld? Y luego: ¿qué nos quiere indicar hoy el Beato Carlos de Jesús a propósito de «Nazaret»?


En primer lugar Nazaret era un pueblecito marcado por la miseria y su insignificancia, que de Foucauld encontró después de su conversión en 1889 y donde volverá a vivir como ermitaño después de siete años en un monasterio cisterciense y antes de optar por el desierto de Sahara. Lo que le marca en este lugar es la vida de Jesús de Nazaret: viviendo como «un pobre artesano», desconocido por todos, y siendo, no obstante, el Verbo encarnado.

5 annunciazione (9)Se lee en la Basílica de la Anunciación una frase en latín que encierra todo el significado de esta ciudad: VERBUM CARO HIC FACTUM EST (el Verbo aquí se hizo hombre). Aquí, y no en otro lugar. Esto es lo que hace de Nazaret un lugar absolutamente diferente de todos los demás lugares. Este es también el motivo por el cual, a pesar de dos mil años de historia, con grandes pruebas, guerras y sufrimientos, los cristianos no han dejado de venerar este santuario y con la ayuda de Dios seguirán haciéndolo.

Nazareth es también para de Foucauld un «polo afectivo», como ha señalado Jean-François Six. Huérfano de padre y madre a los cinco años, Charles ha buscado desesperadamente, desde su juventud, una familia. Sin una familia dónde apoyarse, el adolescente y joven Charles pierde la fe y conduce una vida desordenada. Nazaret se le presenta como una familia, la constituida por José, María y Jesús, los tres amándose de manera intensa. En el corazón de Jesús que vive en la familia de Nazaret, existe una relación esencial, la que tiene con «el Padre»: relación oculta, que nadie sospecha, misteriosa y primordial; un Padre que no se impone y que se esconde para dejar lugar a la libertad de los suyos.

Y al mismo tiempo, en este Nazaret Jesús vive una «inmensa caridad», una relación de amor con todas las persona que encuentra. Este hombre en medio de las demás personas, de la cotidianidad de la existencia personal y social, a través de mil accione cotidianas, es uno entre los demás. Carlos de Jesús escribirá el 20 de junio de 1916, seis meses antes de morir asesinado: «Vino a Nazaret, el lugar de la vida callada, de la vida ordinaria, de la vida de familia, de oración, de trabajo, de oscuridad, de las virtudes silenciosas practicadas sin ningún testimonio aparte de Dios; junto con sus seres queridos, sus vecinos, una vida simple, humilde, oscura, que es la de la mayor parte de los seres humanos».

Santa-FamigliaNazaret, lugar de un amor afectivo y efectivo, es un lugar eficaz. En Nazaret, a través de su amor por su Padre y los seres humanos que lo rodean, Jesús realiza ya toda su misión, con la eficacia de este amor oculto. De Foucauld, que no convirtió a nadie durante su vida, fue atraído a realizar pruebas de amor día tras día. Un corazón que ama es como la Trinidad: irradia de un modo secreto, nada lo puede parar. No son las acciones ni las palabras exteriores lo primero, tal y como nos recuerda el propio Carlos de Foucauld: «Se hace el bien, no en la medida de lo que se dice y de lo que se hace, sino en la medida de lo que se es, en la medida de la gracia que acompaña nuestros actos, en la medida en la que Jesús vive en nosotros, en la medida en que nuestros actos son actos de Jesús obrando en nosotros y para nosotros».

¿Qué nos quiere indicar de Foucauld hoy a propósito de «Nazaret»? En primer lugar, dice Vásquez Borau, inserción en la realidad. Nazaret significa la condición humana, los trabajos y los días, una escucha incesante de las circunstancias y de los acontecimientos, una búsqueda apasionada para explorar lo mejor posible todos lo datos de la existencia, avanzando en el conocimiento de las cosas como en el aprendizaje del saber vivir con las demás personas.

Además, el reconocimiento de que cada ser humano es mi hermano, con la misma dignidad que yo, junto con la confianza espiritual de que en la vida ordinaria se puede vivir unido al Dios-Trinitario. Pero compete a toda persona bautizada poner en obra su bautismo, su vocación propia, de una manera creadora; conducirse como hermano del Resucitado allí donde se encuentre, en su «Nazaret», en la existencia cotidiana, con la fidelidad y la entrega de aquel que vive apasionadamente su propia vida.

Se ha creído que la presencia del padre de Foucauld en la ermita del Assekrem, en Tamanrasset (un ángulo perdido en el sur del inmenso desierto sahariano), fue un retiro, pero resulta que fue todo lo contrario: partió para vivir la vida de Nazaret con los nómadas más aislados y más pobres. Para amar, antes que ser amado; respetar, para ser respetado; dar la vida, porque Aquel ha dado su vida por los suyos.

Oswaldo Curuchich jc