Sassovivo se encuentra en el corazón de la región Umbria de Italia Central. Esta región es actualmente conocida en todo el mundo por haber sido la tierra que vio nacer a san Benito de Nursia y su hermana santa Escolástica; san Francisco y santa Clara de Asís y santa Rita de Casia, la famosa «Santa de los casos imposibles». Y muchos más seguidores de Cristo que han dejado en estas tierras una huella indeleble hasta hacer de Asís y sus alrededores uno de los pulmones de la espiritualidad para la Iglesia y para el mundo entero. Aquí, entre los siglos XI-XIII, surgió un monasterio fundado por algunos ermitaños que habitaban en los alrededores. Sassovivo viene del término «sasso = piedra» = «piedra viva» por ser un terreno rocoso pero enriquecido por dos fuentes de agua que dan vida a la naturaleza y hacen de este ángulo un lugar simplemente hermoso e impresionante. La abadía está dedicada a la Santa Cruz y su fiesta litúrgica cae el 14 de septiembre. En los primeros siglos de su historia la Abadía de Sassovivo alcanzó su máximo esplendor con la presencia de unos 85 monjes que vivían según la regla de San Benito.
En la larga tradición de presencia religiosa se comprende mejor la vocación actual de Sassovivo. Los monjes vivieron aquí hasta los inicios del siglo XIX, precisamente hasta el 1,803 cuando el monasterio fue cerrado y quedó abandonado por casi dos siglos; en ese periodo fue despojado de sus tesoros (biblioteca, muebles, obras de arte de valor incalculable)… Además los terremotos que no son raros en esta región completaron la decadencia y semi destrucción de Sassovivo. En 1979 el obispo de Foligno encargó a la comunidad Piccoli Fratelli la misión de intentar la refundación del monasterio ya que se trataba de un monumento que valía la pena recuperar a causa de la importancia que había tenido a travez de los siglos. Fue así como los primeros Hermanitos, comunidad religiosa que sigue la espiritualidad del Beato Charles de Foucauld, se establecieron en este lugar viviendo prácticamente entre las ruinas del antiguo monasterio. Pero la presencia de las pocas «piedras vivas» que llegaron para vivir siguiendo el ritmo de oración-trabajo-estudio fue determinante para iniciar la «resurreción» de Sassovivo… Poco a poco, con el apoyo de las instituciones de la Iglesia y del Estado, los primeros trabajos de restauración iniciaron hasta alcanzar buenos resultados.
Actualmente la Abadía de Sassovivo es uno de los mayores centros de espiritualidad en esta región, una meta de muchos peregrinos que van hacia Asís y aprovechan la cercanía (a 20 kms) para conocer y también para tomar una «refacción espiritual». Durante todo el año, pero particularmente en esta temporada de verano, los visitantes llegan motivados por diferentes intereses: historia del Arte, espiritualidad, Arqueología, etc. Grupos parroquiales, asociaciones, familias y muchos más visitan Sassovivo para conocer sobre todo el claustro majestuoso, «joya de arquitectura» del 1229 que, gracias al restauro, conserva su belleza y esplendor. Una mención particular merecen algunos no creyentes o agnósticos que en varias oportunidades han llegado a visitarnos y han dejado un recuerdo muy agradable por el respeto che tienen hacia la espiritualidad.
En este lugar, este servidor llegó a principios del 1994 con el programa –según los formadores– de permanecer un año en vista del noviciado (etapa importante de la formación para los religiosos y las religiosas); pero el tiempo pasó y sigue pasando, creo que ya nadie se recuerda del año canónico programado al inicio. Formar parte de la Iglesia significa OBEDECER a la voz de Dios que pasa por la MEDIACIÓN de las personas constituídas en autoridad. Para los religiosos y las religiosas la obediencia es uno de los aspectos que caracterizan su vocación particular. Pero en realidad en la Iglesia NADIE puede vivir sin obediencia: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que consagran completamente su vida en la guía de una diócesis, en las aulas de los colegios y universidades, en los hospitales, en los conventos, sumergidos en diferentes contextos de pobreza o luchando por defender la justicia, etc. Todos, hombres y mujeres, siguiendo los pasos de Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios, creciendo en la fe y buscando siempre hacer la voluntad de Dios.
Actualmente en la Abadía de Sassovivo tratamos de vivir uniendo el inmenso patrimonio espiritual de nuestros predecesores y las intuiciones del «monje-misionero» Charles de Foucauld que tenía las puertas de su «fraternidad» siempre abiertas para acoger a las personas, sin hacer distinciones, porque en cada uno veía la imagen del «bienamado hermano y Señor Jesús». La Iglesia debe ser la «casa común» en donde todos se sienten como en casa propia y al mismo tiempo siempre en camino. Cuando la casa-iglesia se convierte en «propiedad privada», nos alejamos del Evangelio.
El lugar no es indispensable para vivir la propia vocación, aquí como en cualquier estilo de vida y en todo contexto lo más importante es esforzarse de ser fieles a Dios y a las personas.
Oswaldo Curuchich jc