2012-03-03 21:00:45https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=397


He estado recientemente en Guatemala y, como sucede siempre, tengo bonitos recuerdos que quisiera compartir con los amigos, sobre todo aquellas cosas que tienen que ver con la amistad. Esta vez hablo de un encuentro entre excompañeros y “viejos amigos”, aprovechando que estamos iniciando el mes dedicado a San José.

Juntos en el Colegio Seminario San José, establecimiento atendido por los padres Benedictinos, una misión de la Abadía de Marmion (Aurora, IL – USA), que tenía su sede en Sololá y actualmente en Quetzaltenango. Desde la fundación en los años 60s hasta el 1991 el San José acogió a numerosos jóvenes provenientes de todo el territorio nacional y algunos desde los países vecinos. En 1992 el colegio se trasladó a “Xela” y, así, nuestro pequeño grupo (diez en total) fue la primera promoción de Bachilleres en Ciencias y Letras egresados en la nueva sede.

Todos los que ahora empezamos, poco a poco, a demostrar las primeras canas sabemos lo que significa cerrar una etapa fundamental como la graduación antes de los estudios universitarios para algunos y a la vida laboral para otros. Muchos recordarán la canción de despedida: «Por qué perder las esperanza de volverse a ver; no es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós…»; pero la vida nos lleva a concentrarnos plenamente en nuestras nuevas actividades y necesariamente las personas que durante un tiempo formaban parte de nuestra vida pasan a ocupar (aparentemente ) un segundo lugar. Es realmente sólo una apariencia, pues después de casi 20 años sin vernos volvimos a abrazarnos con algunos amigos de la promoción 1992, «¡como cuando teníamos 16!». Si entonces éramos pocos, ahora aun menos porque lamentablemente dos, Guillermo y José Ismael fallecieron. Uno más no fue posible localizarlo. Afortunadamente otros dos exalumnos nos alegraron con su presencia.

Lo más interesante del encuentro fue constatar que después de todo este tiempo la unidad que existía entre nosotros no solo se ha mantenido sino se ha fortalecido mucho más. De los siete, uno es sacerdote de la diócesis de Sololá-Chimaltenango y este servidor, religioso-sacerdote. Todos los demás han formado su propia familia (algunas nos honraron con su presencia) y trabajan en diferentes sectores de la sociedad. El momento de mayor entusiasmo y dinamismo fue durante el almuerzo en Panajachel, a orillas del siempre hermoso Lago de Atitlán. Luego el paseo tradicional en lancha y finalmente la visita al actual Seminario Mayor Nuestra Señora del Camino, ex sede del Colegio Seminario San José.

Nuestros sinceros agradecimientos van hacia todas aquellas personas que durante esos “años maravillosos” nos brindaron lo máximo. Asimismo no podemos dejar a un lado a las personas que ahora nos rodean y nos llenan de su cariño, apoyo y amistad, es decir nuestras familias y en algunos casos nuestros actuales responsables. Y a las familias de nuestros dos compañeros que ya nos han dejado, quisiera expresar personalmente mis senceros sentimientos de aprecio y solidaridad. Es también una buena oportunidad para saludar a todos los exalumnos del San José.

«La amistad es más fuerte que la muerte. Y cuando uno está lejos, la amistad se va voliviendo más fuerte», así recita una canción popular, y un proverbio sahariano afirma: «Separad las chozas y acercad los corazones». Para un discípulo de Carlos de Foucauld es prácticamente imposible no creer en la amistad como uno de los valores más grades y uno de los medios más eficaces para el anuncio del Evangelio. La mistad no envejece, solamente sigue creciendo y madurando, pero si la amistad es también en Cristo, ¡entonces hablamos de una eterna juventud!

 

Oswaldo Curuchich

 


 

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