2012-05-08 17:09:47https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=468

Desconozco la repercusión que tuvo en Europa y en Italia la noticia, pero imagino las posibles consecuencias que podría crear en Medio Oriente el acto gravemente irresponsable de un pastor evangélico norteamericano hace algunos días.

No es la primera vez que el mismo individuo realiza un hecho tan provocador cuánto peligroso y dañino. En marzo del 2011 Terry Jones había dado fuego públicamente al libro sagrado del Corán, y el pasado 30 de abril 2012 ha repetido el hecho a la presencia de algunas personas que, puntualmente y con atención, han filmado y difundido lo ocurrido. Esta vez fue por protestar contra el encarcelamiento de un cristiano pastor en Irán, capturado desde el 2009 porque se convirtió al cristianismo, abandonando así su fe islámica.

Un país en el que la persona no pueda elegir libremente su propio credo religioso  no se puede definir democrático, y donde incluso se detiene y arresta por dicho motivo, se puede sólo definir “fundamentalista” o “extremista” y también puede ser acusado de graves violaciones contra los derechos humanos.

Pero al mismo tiempo creo que se pueda definir el gesto desagradable del pastor que, confirmando de nuevo su ya triste historia, cumple un acto grave, intolerante y ofensivo contra la sensibilidad religiosa ajena. No se trata, obviamente, de justificar el arresto del desafortunado pastor evangélico en Irán, pero es cierto que el gesto del reverendo Jones en sí no es ni constructivo ni adecuado. Al contrario, ese mismo es un acto violento que genera más violencia. Y es necesario añadir que no es justo actuar en un modo cuando una conducta puda ser pagada a caro precio de parte de los demás. Sí, porque ya el año pasado, la quema del Corán, causó una reacción violenta contra los cristianos en algunos países árabes. Asimismo hoy se corre el riesgo que la nueva provocación no ayude a la ya difícil condición de los cristianos en Medio Oriente y en Africa del norte.

Sí, porque la situación de los cristianos en el mundo resulta ser siempre más difícil e insegura. La persecución, la opresión, la emarginación y el martirio, son en tales circunstancias la condición normal de los discípulos de Jesús en diferentes zonas del planeta. Cuando se decía que el siglo pasado era de nuevo el siglo de los mártires no se exageraba, y el siglo que hemos iniciado no ha cambiado desde este punto de vista. El testimonio hasta el punto de pagar con la vida sigue siendo condición cotidiana de muchos creyentes, a menudo sin que sea necesaria la intervención de  personas ajenas que fomenten el odio injustificado y cruento.

Por tales razones estoy convecido que el fundamentalismo y el extremismo deban ser rechazados, sin importar de donde provengan, porque no podrán nuca conducir a la libertad, a la democracia y a la convivencia pacífica. El fundamentalismo genera más fundamentalismo, como la violencia no puede más que generar la violencia.

Marco Cosini

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