2012-04-01 08:03:56https://www.jesuscaritas.it/wordpress/es/?p=439

Concluyendo nuestro camino cuaresmal quisiera compartir con ustedes, estimados lectores y amigos, algunas reflexiones que podrían ayudarnos. Sé que son cosas muy personales y por eso estoy conciente que cada uno puede encontrar otras pistas para prepararse a la celebración del “corazón de nuestra fe”: Jesucristo nuestra Pascua.

Una de las cosas que me sorprende de las narraciones de la Pasión, es el hecho que los cuatro evangelistas se encuentren de acuerdo en decir que “ha llegado la hora” (Mt 26,18, Mc 14,41; Lc 22,14; Jn 13,1; 17,1). ¿A qué hora se refiere Jesús? ¿Qué cosa significa esa hora para nosotros? Y otras preguntas por el estilo creo que nos puedan ser de ayuda en estos días – y quizás para siempre – porque si no tratamos de entrar en el misterio de la Pasión de Jesús no entraremos en el misterio de su Resurrección, si no morimos no resucitaremos, no podremos vivir el gozo de ese evento. Es feo decir no, no, no… cuando sabemos que en Cristo todo es si, si, si…, sin embargo, la invitación de Jesús: “velen y oren para no caer en tentación…” (Mc 14,38) es una exhortación a estar concientes de la hora que se acerca, que llega, que estamos viviendo. El peligro más grande para nuestra fe es la ignorancia, la tibieza, la pereza… creemos que “todo pasa”, pero en medio de los vaivenes de la cotidianidad Jesús nos invita a tomar las cosas en serio. La vez pasada un párroco decía: “Todos sabemos que Jesús ha resucitado, pero ¿cuántos hemos encontrado verdaderamente al Resucitado?”.

 

Si tu quieres encontrarlo te indico una vía, hay muchas otras, esta me ayuda a mi: el silencio. ¿El silencio? Sí. Me asombra que el evangelista Mateo después de haber presentado los cinco grandes discursos de Jesús, llegada la hora de su pasión diga: “terminados estos discursos”. La liturgia nos ayuda también en esto, mañana (domingo de Ramos) y el viernes santo no se hace la homilía, y el sábado santo es “día de silencio” (lectura patrística). Esto es muy interesante, ¿por qué? porque creo que solo quien es capaz de hacer silencio puede afrontar las situaciones más duras de la

vida. No hacer silencio significa escapar. Pero hacer silencio no significa dormir, como los discípulos en el huerto de los olivos. John Cryssavgis, un experto en el estudio de los padres del desierto dice que para ellos “el silencio es un modo de esperar, un modo de observar y un modo de escuchar cuando [Dios] llega dentro de nosotros o a nuestro alrededor. Es un modo de interiorizar, de detenerse y, por tanto, de explorar los secretos del corazón y el centro de la vida. Es un modo para penetrar las cosas, a las que no se puede renunciar. El silencio no es nunca solo la ausencia de palabras: sería una descripción demasiado restrictiva y negativa. Mas bien, es la pausa que tiene todo junto, de hecho hace sensatas todas las palabras, ya sean dichas que no dichas. El silencio es el collar que crea el vínculo entre nuestras actitudes y nuestras acciones. El silencio es plenitud, no vacío; no es una ausencia, sino la conciencia de una presencia. Todo el movimiento de fuga hacia el desierto puede ser resumido en la primacía y praxis del silencio”. Que sea así para ti y para mi.

Concluyo recordando lo que nos escribía nuestro prior Gian Carlo al inicio de la cuaresma: “¿Ves cómo inicia realísticamente nuestro examen cuaresmal? Si no nos dejamos conducir por el Espíritu en el desierto, si no cortamos los vínculos con nuestra prosopopeya, si no regresamos en la diáspora, en la dispersión, si no aceptamos el fatigoso camino de todos, todos juntos, como Jesús, non habrá para nosotros resurrección, pasaje, liberación”.

 

Franklin Roquel

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